martes, 27 de junio de 2017

¿Cómo vivir con poca plata y no morir en el intento? O por lo menos no de hambre

Nacer, crecer y que todo lo que hacés empiece a costar plata es inevitable, cuando te sobra la plata no importa pero cuando sabés que tu presupuesto es limitado, tendiendo a muy limitado te avivás o te morís de hambre, literalmente uno puede morir de eso.
Cuando pensás cambiar de ciudad, más si te mudás para estudiar, y sólo estudiar, sabés que vas a tener que aprender a ser más responsable con tus finanzas, pero eso no lo aprendés de la buena manera casi nunca. Siempre hay niños prodigios que saben administrarse como los dioses, aunque no creo que los dioses tuvieran carencias económicas pero uno nunca sabe.
Los estudiantes, por lo menos los promedios pasan por esas situaciones, incluso cuando arrancás a trabajar te pasa que nunca tenés tanta plata como querés, o la que esperabas al revisar el saldo de tu cuenta.
Luego de años de lidiar con estas situaciones he aprendido ciertas cosas que me gustaría compartirles.
No sé bien como me convertí en una rata, por necesidad pero rata al fin,lo primero que noté es que dejé de tomar Coca-Cola cuando tuve que empezar a pagarla, o se reservaba sólo para ocasiones especiales, pero se disfruta mas y a la larga te das cuenta que no es tan rica, tan adictiva o tan... Mentira! Pero tu mente de rata no lo puede saber.
Aprovechar los "Todo por.." de los supermercados es una práctica sana para tu bolsillo si sabés distinguir los productos que de verdad comprarías si no estuvieran a tan bajo precio y los que no, y también los que son sanos para tu salud, ya que hay productos de dudosa fecha de caducidad o procedencia.
Comprar ropa a veces es estrictamente necesario para no parecer un mendigo en la facultad o el trabajo, pero también ayuda reciclar ropa vieja, aprender a coser no es tan difícil y tampoco el hilo y la aguja son caros, aunque lo inevitable es comprar zapatos, lo mejor es comprar unos que duren y sean combinables, nada de colores fluorescentes por favor.
Si vas a salir siempre a lugares donde no cobren entrada, restaurantes que no cobren cubierto, comer algo que se comparta porque siempre pagar entre muchos es mejor que pagar un plato solo, tener a mano monedas para aportar a la propina y no tener que usar esos 50 pesos que estaban ahí.
Cuando un familiar o amigo te invita a su casa y no es cerca muchas veces te pesa gastar la plata del boleto, si sos muy rata, pero pensá que lo que gastaste en boletos lo ahorrás en comida y bebida, a no ser que te juntes con gente más rata que vos o que yo.
Los libros y/o fotocopias no se compran a menos que sea imposible conseguirlos online. 
Cuando vas a salir a algún evento que demande arreglarte, comprar ropa es innecesario, siempre hay alguien que te puede prestar, la movida es conseguir amigas del mismo talle.
Gracias a los avances en la tecnología, llegamos a una época donde todooo se convirtió en DIY, desde cortarte el pelo, hacer una lámpara, tejer un gorro para el invierno o reciclar esas botellas que tenés en tu casa.
Hablando de botellas, cada vez que tengas un envase tirado por algún rincón de la casa, ni se te ocurra tirarlo, es una fuente de ahorro no tradicional cuando llega fin de mes, al igual que las monedas que encontrás por cajones y bolsillos.
Y acordate, los mejores momentos se pueden vivir sin plata, con gente que te hace bien o solo, en una plaza o en tu cuarto, lo que importa es lo de adentro, es verdad, lo que tenés en la cabeza.

El proceso es lento pero las ratas se pueden volver a convertir en personas, aunque está bueno tener un poco de rata adentro, para que no te olvides que siempre hay alguien por ahí que desea o necesita cosas que no puede y se las tiene que arreglar. 





lunes, 6 de marzo de 2017

AmViciosa

Todos los días me encuentro con gente que no quiere hacer nada, no quiere ir a trabajar, cuando va, no quiere hacer su trabajo, no quiere ir a estudiar, ni dar exámenes, pero sí salvarlos, como el que trabaja quiere que le paguen y que le aumenten el sueldo.
Sería tan fácil la vida si fuera así, si no hicieras nada y mágicamente todo llegara. Ojalá pensaras que necesitás plata y cayera del cielo, o que alguien toque la puerta de tu casa y te diga si querés trabajar, estando en tu casa viendo series y comiendo lo que quieras y te van a pagar un montón de plata, para que puedas salir de viaje y vivir tu vida.
Pero en el mundo donde yo vivo, trabajar, estudiar y hacer cosas son parte de "vivir la vida".
Me molesta la gente que vive regida por la ley del mínimo esfuerzo, donde haciendo lo mínimo para vivir, para zafar en el trabajo o para decirle a su familia que estudia cree que es suficiente.
Te van a comer vivo, cuando salgas al mundo de verdad, no a ese que vos te inventaste, cuando salgas de esa burbuja donde vivís, que te habrán hecho tus padres o vos mismo.
Te van a comer, vomitarte y volverte a comer, porque vos no tenés hambre, sos la presa.
Los que tenemos hambre de mundo comemos, aunque a veces no lo parezca, nos queremos comer a ese jefe que sabemos que muchas veces está equivocado y no quiere darte la razón, queremos comernos ese puesto en el que trabajamos que nos queda chico, queremos comernos todos esos lugares que vamos a visitar pero no ya porque antes hay que salir de ese puesto, queremos comernos todas las materias que podamos, porque nos encantan, queremos comernos todas las experiencias, buenas o malas que van a marcar nuestra vida.
Podemos tener momentos en los que decaemos, o meses donde no escribimos ni una entrada de blog, pero siempre está el hambre, y no es ambición, de la "mala", no es de esa que quiere comer solamente dinero, sino de la que te hace crecer grande y fuerte.

lunes, 21 de noviembre de 2016

do re mi

Pasamos la vida recordando cosas y queriendo volver a ellas, la niñez, la adolescencia, la juventud;
cuando era chica me creía la niña más fea del mundo, y seguro no lo era, cuando era adolescente no entendía nada de lo que pasaba, de cómo tenía que hacer para llevarme bien con los demás, o qué cosa era yo, y en la juventud tampoco tengo mucha idea pero mucha más que la que tenía.
Por eso creo que no es que queremos volver a ser niños o adolescentes, sino que queremos de alguna forma ser una vocecita en la mente de ese niño que fuimos y decirle que es mejor de lo que cree, o al estar en la cabeza de ese adolescente decirle que no tiene que esforzarse tanto, y que la amistad es otra cosa que eso que cree.
No hay que intentar volver y ser algo que no somos, sino que somos todo eso que fuimos pero sumado y potenciado.
Es algo que se puede ver en la música que escuchás, cuando eras chico escuchabas lo que la radio, la tv o tus padres te inculcaban, y eso eras, no decías malas palabras,  no peleabas, o por lo menos cuando te veían, seguías la corriente hasta en cosas en las que no creías; cuando eras adolescente escuchabas lo que estaba de moda, lo que tus amigos creían que estaba bien, y teniendo en cuenta que cambiabas de amigos a veces totalmente así también lo hacían tus gustos. En la juventud ya te empieza a importar menos lo que a otros les parece bien y encontrás que capaz hay una banda que a nadie le gusta y a vos sí, o hay una que se supone no debes escuchar porque es horrible pero como te gusta hasta la defendés.
El deseo es querer ser esa persona auténtica a la que no le importa mostrarse como es, con sus bandas indies o sus canciones de Britney, porque sabe que quien lo quiere va a aguantar un par de canciones que no le gustan y va a disfrutar de las que tienen en común.
Lamentablemente no podemos volver a hablarle a nuestro pasado, pero sí tratemos que nuestros futuros que viven el presente aprendan a quererse y a descubrirse como son sin juzgarlos.
Lo único que nos debe preocupar es una persona grande que no cambió su música.

martes, 25 de octubre de 2016

Viajes en mi cabeza

Dicen que cada persona es un mundo, si comparamos a cada persona con un bondi, los pasajeros son lo que tenemos adentro.
Si pudiéramos escanear cada mente nos daríamos cuenta que hay algunos que están llenos de ruido, malhumor y olor feo.
Pero si somos optimistas siempre vemos que tiene algún pasajero que viene feliz, aislado con auriculares, tratando de ignorar a los demás.
Otros bondis están llenos de permisos, disculpe y muchas gracias, aunque sea un poco molesto viajar apretados tratan de convivir en armonia, algún desviado hay, pero se baja en algún momento.
Hay otros que vienen llenos de música, alguna buena y otra que preferirías bajarte, y cuando es de la primera te dan ganas de aplaudir, te sacan una sonrisa.
Pero lo que tienen todos en común es que te llevan a algún lado, a veces justo a donde querés ir, y otras un poco más lejos. El guarda trata de que entremos todos, de que de lugar para más, aunque a algunos pasajeros les gusta estorbar, hay que darle lugar a pasajeros nuevos, de los que sacan sonrisas, de los que dan el lugar y de los que son buenos compañeros de viaje.

jueves, 20 de octubre de 2016

Una pérdida de tiempo

Hoy me di cuenta que nada me conforma, estudio algo y no me conforma así que pienso que debería estudiar otra cosa, consigo un trabajo y me doy cuenta que hay otro mejor, como un chocolate y me doy cuenta que necesito más.
Por qué esa sensación, no nos da con un día de sol necesitamos toda la semana, no nos da un verano, necesitamos tres meses más, no nos da con un viaje necesitamos también ir hasta la ciudad más recóndita del planeta para saber qué se siente y quién sos.
No nos da con un abrazo, necesitamos muchos.
Y así andamos, multiplicando el trabajo, los amantes, los amigos, los elogios, los viajes, los cafés.
Necesitamos que el futuro sea ya, pero tampoco queremos crecer.
Necesitamos mil cosas que no necesitamos, solamente queremos llenar esa disconformidad de mirarnos al espejo y querer tener el pelo lacio si tenés rulos, y rulos si es lacio, corto si es largo, largo si es corto.
Llenamos espacios que no se llenan con cosas.
Llenamos el tiempo con trabajo o con hobbies para no tener que pasar tanto tiempo con nosotros mismos.
Tapamos lo que queremos con cosas que no, para olvidarnos por un rato de quiénes somos y convertirnos un poco en lo que deberíamos ser.
Sentimos culpa de no hacer nada porque sólo haciendo cosas somos más, acumulamos más y descartamos más.
Al final todo es una pérdida de tiempo, todo el tiempo que gastás en hacer cosas que no te gustan, se perdió y no vuelve, pero no se puede cambiar lo que pasó, sólo se puede aprender de eso.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Una buena lección

En el día del maestro estaba recordando y hasta evaluando mi paso por las instituciones educativas, y me di cuenta que todo se basa en etapas.
Estas deberían tenerse muy en cuenta para educar, seguramente se tienen pero me parece que todavía falta.
Cuando somos chicos tenemos esa fascinación con los maestros, con los padres y con los mayores en general, porque tenemos curiosidades que creemos ellos nos pueden sacar ya que deben saber de muchas cosas por ser "grandes"; cuando llegamos a grandes nos damos cuenta que no sabemos responder las preguntas que nos hacen los niños y no sabríamos respondernos a nosotros de chicos.
Pero esta es una etapa que hay que aprovechar de los niños, porque ahí es donde están buscando constantemente y ahí es cuando más te quieren y respetan; eso sí no te emociones porque el único que te escucha es el niño porque también tienen que jugar con los de su edad.
Cuando sos adolescente, o en esa edad en la que todo te embola y todo es cambios, no querés más que ser rebelde, que ser copado o en caso de no serlo fingir que no te importa.
Esa edad es en la que pensás que no vas a crecer, no te interesa el mañana, sólo el hoy aunque si mañana hay una fiesta te interesa.
Pero acá es la edad en la que más que darles un sermón de que tiene que pensar en cosas que no les interesa, tenés que motivarlos a conocer, a hacer, a errarle y si querés enseñarles algo que es un embole hasta para vos, buscale lo copado, buscale lo desafiante, o una app por donde hacerlo.
Pero después creces, no tanto, pero tenés que elegir cosas muy rápido y que van a ser a largo plazo, aunque después capaz te des cuenta que le erraste y sería lo más normal, nadie te preparó para eso.
Lo que sí es seguro es que cuando empieces a pensar en mañana va a ser cuando lo tengas arriba y capaz querrías estar en un juego para empezar la pantalla de nuevo.
 Aunque está lleno de frustraciones, es lo que tiene que pasar para que aprendas y eso es lo más importante, que aprendas a aprender.
Que estés listo para aprender, y que cuando te estés acercando a lo que querés encuentres más cosas que querés, es la forma de seguir caminando.

martes, 30 de agosto de 2016

El conejo blanco

Me estaba acordando de cuando era chica y mi madre nos ordenaba el cuarto a mi y a mi hermana, y nosotras la perseguíamos para que no nos tire cosas “importantes” como dibujos, hojitas perfumadas o papeles de regalo, y me di cuenta de que aunque más grandes seguimos haciendo lo mismo, guardamos cosas que no son importantes, ni necesarias, ni útiles, ni tenemos lugar para guardarlas. Desde ropa a esa bolsita linda que me dieron un día. De a poco uno se vuelve un acumulador, y cuánto más años tiene esa cosa, menos queremos tirarla, siempre con la esperanza de que algún día la vamos a usar. Pero debemos aceptar que ese día no va a llegar.
Aprendamos a desprendernos de cosas. 
De esa ropa que tiene más años que Mirtha Legrand, que no usás y que te hace pensar que tu ropero se achica , aunque cada vez que lo ordenás te das cuenta de que siempre usás lo mismo.
A la gente le gusta acumular cosas, seguidores en instagram, likes en sus fotos, o pretendientes que seguro no le va a dar bola nunca. 
Así es como tenés un facebook con 1200 amigos de los cuales sólo hablás con tres o cuatro.
Aprendé a desprenderte de las cosas, y de esas personas que tenés en facebook pero no seguís porque te embola cada vez más ver su cara en el inicio, o peor, su foto de perfil firmando el título, nada más terraja que eso,( a algunos también les gusta acumular diplomas) , pero si lo hiciste no lo tomes a mal, se entiende, es la emoción del momento.
Aprendé a borrar el número de esa persona que hablabas hace dos años pero que después se puso de novia y no la viste más.
Aprendé a que no es necesario sacar una foto de cada momento para disfrutar porque por más que lo deseés al tiempo nunca lo vas a atrapar.